Antecedentes de la guía actualizada de los CDC sobre virus respiratorios

Lo que necesita saber

Dado que la amenaza del COVID-19 se asemeja más a la de otros virus respiratorios comunes, los CDC publican una guía sobre virus respiratorios, en lugar de una guía adicional específica sobre el virus. Esto aporta un enfoque práctico unificado para abordar el riesgo de una variedad de enfermedades virales respiratorias comunes, como la influenza y el VRS, que tienen vías de transmisión y síntomas similares, y estrategias de prevención también similares.

Resumen ejecutivo

La temporada de virus de otoño e invierno 2023-2024, cuatro años desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, proporcionó pruebas continuas de la naturaleza cambiante de las enfermedades respiratorias. El COVID-19 continúa siendo una importante amenaza a la salud pública, pero ya no es la emergencia que era antes, y sus efectos sobre la salud se asemejan cada vez más a los de otras enfermedades virales respiratorias, incluidos la influenza y el VRS. Esta realidad permite que los CDC proporcionen una guía actualizada adecuada al nivel actual de riesgo que representa el COVID-19 al tiempo que equilibran otras necesidades de salud y sociales críticas.

Impulsores e indicadores clave de la reducción en la amenaza del COVID-19

Menos hospitalizaciones y muertes por COVID-19

Debido a la efectividad de las herramientas de protección y al alto grado de inmunidad de la población, ahora hay menos hospitalizaciones y muertes debidas al COVID-19. Las admisiones hospitalarias semanales por COVID-19 se han reducido en más del 75 % y las muertes en más del 90 % en comparación con enero de 2022, el punto máximo de la ola inicial de ómicron.

Las complicaciones como el síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C) ahora son menos frecuentes, y también parece estar disminuyendo la prevalencia de afecciones persistentes al COVID-19. Estas reducciones en la gravedad de la enfermedad y los casos de muerte han persistido a lo largo de una temporada completa de virus respiratorios tras la expiración de la emergencia de salud pública federal por COVID-19 y sus medidas especiales asociadas el 11 de mayo de 2023.

Disponibilidad de herramientas de protección

Las medidas de protección, como las vacunas y los tratamientos, que reducen el riesgo de COVID-19 (en particular la enfermedad grave) ahora están ampliamente disponibles.

La vacunación contra el COVID-19 reduce el riesgo de enfermedad sintomática y hospitalización en aproximada el 50 % en comparación con personas que no tienen la vacunación al día. Más del 95 % de los adultos hospitalizados en 2023-2024 debido al COVID-19 no tenía antecedentes de haber recibido la vacuna más reciente.

Se ha demostrado que el tratamiento con nirmatrelvir-ritonavir (Paxlovid) en personas con alto riesgo de enfermedad grave reduce el riesgo de hospitalización en un 75 % y de muerte en un 60 % en estudios recientes.

Alta inmunidad de la población

Hay un alto grado de inmunidad de la población contra el COVID-19. Más del 98 % de la población estadounidense en la actualidad tiene algún grado de inmunidad protectora contra el COVID-19 a partir de la vacunación, la infección previa, o ambas.

El monitoreo y las inversiones continúan

La guía actualizada sobre las medidas para prevenir la propagación cuando está enfermo refleja particularmente la realidad clave de que muchas personas con síntomas de virus respiratorios no conocen el virus específico con el que están infectadas. Es importante destacar que los estados y países que han reducido los períodos de aislamiento recomendados no han observado un aumento en las hospitalizaciones ni muertes relacionadas con el COVID-19. Aunque cada vez se parece más a otros virus respiratorios, persisten algunas diferencias, como el riesgo de afecciones posteriores al COVID-19.

Los CDC continuarán evaluando la evidencia disponible para cerciorarse de que las recomendaciones de la guía proporcionen la protección prevista. Esto incluye el monitoreo de datos para identificar y modelizar patrones en la transmisión de virus respiratorios, gravedad, hospitalizaciones, muertes, evolución del virus y afecciones persistentes al COVID-19.

Además, los CDC continúan haciendo inversiones a nivel de sistemas para proteger al público estadounidense. Algunos ejemplos incluyen lo siguiente

  • Medir y mejorar la efectividad y la adopción de las vacunas y los tratamientos antivirales, especialmente para las personas en mayor riesgo de enfermarse gravemente.
  • Integrar los servicios de salud y los sistemas de salud pública para prevenir, identificar y responder a las amenazas emergentes para la salud pública de manera más rápida
  • Fortalecer las asociaciones entre los sectores para asegurar una infraestructura de salud pública sólida

Situaciones en las que no se aplica la guía sobre virus respiratorios

La guía sobre virus respiratorios cubre las enfermedades virales respiratorias más comunes. No debe reemplazar guías específicas para patógenos que requieren medidas de contención especiales, como el sarampión. Sin embargo, las recomendaciones pueden ayudar de todos modos a reducir la propagación de varios otros tipos de infecciones. Es posible que esta guía no se aplique en ciertas situaciones de brotes cuando puede ser necesario contar con una guía más específica.



Los CDC ofrecen guías separadas y específicas para entornos de atención médica (​​​​​​​COVID-19, influenza, y prevención y control general de infecciones).

La transición de un estado de emergencia

Desde 2020, los CDC han proporcionado guías específicas para el COVID-19, inicialmente con recomendaciones detalladas sobre muchas cuestiones y para entornos específicos. A lo largo de 2022 y 2023, los CDC revisaron las recomendaciones de salud pública para el COVID-19 a medida que la pandemia evolucionaba. Estos cambios en la guía reflejaron las últimas pruebas científicas, así como la progresión de la pandemia. La expiración de la emergencia de salud pública federal para el COVID-19 en 2023 también reflejó un cambio para dejar atrás la fase de respuesta de emergencia y pasar a las fases de recuperación y mantenimiento en las que el COVID-19 se aborda entre muchas otras amenazas a la salud pública. Las medidas correspondientes a un entorno de emergencia son menos relevantes después de que termina la emergencia.

La progresión de las fases de una pandemia

Hay 5 fases de la pandemia: fase interpandémica, cuando la atención se centra en la preparación; la fase de alerta y fase pandémica, cuando la atención se centra en la respuesta; la fase de transición, cuando la atención se centra en la recuperación y la vuelta a la fase interpandémica.
Hay una progresión de las fases de una pandemia.

Entorno de riesgo cambiante

Al elaborar esta guía actualizada sobre virus respiratorios, los CDC han tenido muy en cuenta los cambios en el entorno de riesgo, en particular la disminución de las tasas de enfermedad grave por COVID-19 y el aumento de la inmunidad de la población, así como las mejoras en otras estrategias de prevención y control.

Tendencias en resultados

Hospitalizaciones

En 2024, es menos probable que el COVID-19 provoque una enfermedad grave que en etapas anteriores de la pandemia, debido a que hay mayor inmunidad a causa de las vacunas y las infecciones anteriores y mayor disponibilidad de tratamiento.  

El COVID-19 continúa siendo una causa mayor de enfermedad grave y muerte que otros virus respiratorios, pero las diferencias entre estas tasas son mucho más pequeñas de lo que eran anteriormente en la pandemia. Esta diferencia es incluso más pequeña entre personas admitidas en el hospital. Estudios demuestran que la proporción de adultos hospitalizados con COVID-19 (15,5 %) o influenza (13,3 %) que fueron posteriormente admitidos en la unidad de cuidados intensivos (ICU) era similar, y que los pacientes de 60 años de edad o más hospitalizados con VRS​​​​​​​ tenían 1.5 veces más probabilidades de ser admitidos en la ICU que los que tenían COVID-19​​​​​​​.

Las admisiones hospitalarias por COVID-19 llegaron a un punto máximo en enero de 2022 con más de 150 000 admisiones por semana, con base en datos de la Red Nacional de Seguridad en el Cuidado de Salud (NHSN) de los CDC que abarca todos los hospitales de los Estados Unidos. Durante la semana que terminó el 17 de febrero de 2023, hubo 18 977 admisiones hospitalarias por COVID-19​​​​​​​. Durante esa misma semana, hubo 10 480 admisiones hospitalarias por influenza.

Otra fuente de datos, denominada Red de vigilancia de hospitalizaciones por virus respiratorios (RESP-NET) - recopila datos de hospitalizaciones sobre el 8-10 % de la población estadounidense desde antes de la pandemia. Las cifras de RESP-NET a continuación demuestran cómo las hospitalizaciones por COVID-19 han disminuido con el tiempo y ahora se sitúan en el rango de las hospitalizaciones por influenza y VRS.A

Gráfico de líneas de nuevas admisiones hospitalarias semanales por cada 100 000 pacientes con COVID-19, influenza, VRS, y combinadas desde 2019 hasta 2024, con la mayoría de las hospitalizaciones en 2022.
Las hospitalizaciones por ​​​​​​​COVID-19 han disminuido año tras año desde 2022, con puntos máximos en invierno que se asemejan más a los de la influenza.
Gráfico de barras de las tasas de hospitalización durante la temporada de virus respiratorios desglosado por año para COVID-19, influenza y VRS. 2020-2021 y 2021-2022 tienen barras de COVID-19 que llegan a la parte superior del gráfico.
Las tasas anuales acumuladas de hospitalizaciones asociadas al COVID-19 (del 1 de octubre al 30 de septiembre para alinearse con el inicio de la temporada típica del virus en otoño e invierno) han disminuido desde 2021-2022.

Hospitalizaciones por grupo de edad

Con el tiempo, las tasas de hospitalización por COVID-19 han disminuido en todas las edades, pero han permanecido más altas entre los adultos de a partir de 65 años en relación con adultos más jóvenes, niños y adolescentes. Entre los niños mayores, las tasas han disminuido, y las tasas entre niños ahora son más altas entre bebés menores de 6 meses. Desde fines de diciembre de 2023, aproximadamente el 70 % de las hospitalizaciones ocurrieron en personas de a partir de los 65 años, y el 14 % se produjeron en personas de entre 50 y 64 años.

Gráfico de área del porcentaje de hospitalizaciones semanales asociadas al COVID-19, por grupo de edad organizado por año
Una proporción cada vez mayor de hospitalizaciones por COVID-19 se da en adultos mayores, así como en los niños más pequeños.

La proporción de hospitalizaciones causadas por cada uno de estos virus en la temporada 2022-2023 varió por grupo de edad. Entre los niños menores a 5 años, el VRS causó la mayor parte de las hospitalizaciones. Entre los niños y adolescentes de 5 a 17 años, la influenza causó la mayor parte de las hospitalizaciones, y las hospitalizaciones totales fueron las más bajas en este grupo de edad. Entre los adultos, las hospitalizaciones asociadas al COVID-19 fueron mayores que las asociadas a la influenza o al VRS. Estos patrones se han mantenido en general hasta ahora en la temporada 2023-2024.

Gráfico de líneas de nuevas admisiones hospitalarias semanales de pacientes de 0 a 4 años con COVID-19, influenza, VRS, y combinadas desde 2019 hasta 2024, con un aumento de la mayoría de las hospitalizaciones en 2023 y 2024.
El VRS causó la mayor parte de las hospitalizaciones entre niños menores de 5 años.
Gráfico de líneas de nuevas admisiones hospitalarias semanales de pacientes de 5 a 17 años con COVID-19, influenza, VRS, y combinadas desde 2019 hasta 2024, con un aumento de la mayoría de las hospitalizaciones en 2023 seguidas por 2022 y 2024.
La influenza causó la mayor parte de las hospitalizaciones entre niños de 5 a 17 años.
Gráfico de líneas de nuevas admisiones hospitalarias semanales de pacientes de 18 a 49 años con COVID-19, influenza, VRS, y combinadas desde 2019 hasta 2024, con un aumento considerable de la mayoría de las hospitalizaciones en 2022.
El COVID-19 causó la mayor parte de las hospitalizaciones entre adultos de 18 a 49 años.
Gráfico de líneas de nuevas admisiones hospitalarias semanales de pacientes de 50 a 65 años con COVID-19, influenza, VRS, y combinadas desde 2019 hasta 2024, con un aumento brusco de la mayoría de las hospitalizaciones en 2022.
El COVID-19 causó la mayor parte de las hospitalizaciones entre adultos de 50 a 65 años.
Gráfico de líneas de nuevas admisiones hospitalarias semanales de pacientes de más de 65 años con COVID-19, influenza, VRS, y combinadas desde 2019 hasta 2024, con un aumento de la mayoría de las hospitalizaciones en 2022.
El COVID-19 causó la mayor parte de las hospitalizaciones entre adultos de 65 años o más.

Muertes

Hasta el 10 de febrero de 2024, se han informado 1 178 527 muertes por COVID-19 en los Estados Unidos. En 2021, el COVID-19 fue la tercera causa principal de muerte (12 % de todas las muertes) y en 2022 fue la cuarta causa principal de muerte (5,7 % de todas las muertes), detrás de las enfermedades cardiacas, el cáncer y las lesiones involuntarias. En datos preliminares de 2023, el COVID-19 fue la 10.° causa principal de muerte. Entre las muertes por COVID-19 que ocurrieron entre enero y septiembre de 2023, el 88 % se produjeron entre personas a partir de 65 años.

El COVID-19 es cada vez más una causa contribuyente y no primaria (subyacente) de muerte. En 2020, el COVID-19 fue indicado como la causa primaria del 91 % de las muertes relacionadas con el COVID-19. Durante el período de enero a septiembre de 2023, esa cifra cayó al 69 %.

Las muertes notificadas relacionadas con el COVID-19 son varias veces superiores a las notificadas en relación con la influenza y el VRS. Sin embargo, la influenza y probablemente el VRS a menudo no se reportan como causas de muerte. Según estimaciones de los CDC entre el 1 de octubre de 2023 y el 17 de febrero de 2024, se produjeron 17,000-50 000 muertes por influenza, una cifra varias veces superior a la cantidad de muertes notificadas. En tal sentido, los datos sobre muertes notificadas deberían interpretarse con precaución al evaluar la verdadera carga de muertes y hacer una comparación entre enfermedades.

No se dispone de estimaciones actuales del total de muertes por COVID-19, pero no es probable que las muertes por COVID-19 no se notifiquen como las muertes por influenza debido a las pruebas generalizadas de COVID-19 y a la intensa atención prestada al COVID-19 durante la pandemia. Es probable que el total de muertes por COVID-19, teniendo en cuenta la infranotificación, sea superior, aunque del mismo orden de magnitud, que el total de muertes por influenza. Apoyando esta idea, la tasa acumulada de hospitalizaciones asociadas al COVID-19​​​​​​​ durante el período del 1 de octubre de 2023 al 3 de febrero de 2024, fue de 97 por cada 100 000 habitantes, en comparación con 52 por cada 100 000 hospitalizaciones asociadas a la influenza y 44 por cada 100 000 hospitalizaciones por VRS. La muerte en hospitales fue aproximadamente 1.8 veces superior para hospitalizaciones asociadas al COVID-19 (4,6 %) frente a las relacionadas con influenza (2,6 %).

Las muertes asociadas al COVID-19 según informes sobre certificados de defunción se redujeron más de 5 veces desde su punto máximo alcanzado en 2020-2021 y actualmente están en el mismo orden de magnitud que las muertes por influenza estimadas.

Año correspondiente al inicio de la temporada de influenza (1 de oct. - 30 de sep.) Muertes por COVID-19 notificadas* Muertes por influenza notificadas Muertes por influenza estimadas** Muertes por VRS notificadas
2018-2019 0 7 181 19,000–96 000 243
2019-2020 208 601 9 432 17,000–85 000 345
2020-2021 517 783 876 No estimadas 85
2021-2022 331 885 2 856 4,000–24 000 396
2022-2023 89 573 9 559 18,000–97 000 736
2023-2024 (hasta el 17 de feb.) 32 949 hasta la fecha 5 854 hasta la fecha 17,000-50 000 hasta la fecha 587 hasta la fecha

*Datos de muertes notificadas del Sistema Nacional de Estadísticas Vitales de los CDC de acuerdo con los certificados de defunción, disponibles en CDC WONDER. Los datos de 2022-2024 son provisionales y están sujetos a cambios.

****Muertes por influenza estimadas, teniendo en cuenta la infranotificación, según los modelos de los CDC disponibles aquí: Carga de enfermedad de la influenza, incluidos intervalos de confianza. Hace tiempo se ha reconocido que si solo se contabilizan las muertes en las que se registró la influenza en los certificados de defunción, se subestima el impacto global de la influenza en la mortalidad. La influenza puede llevar a la muerte por otras causas, como neumonía e insuficiencia cardiaca congestiva. Sin embargo, es posible que no se indique en el certificado de defunción como una causa contribuyente por múltiples motivos, incluida la falta de pruebas. Por lo tanto, los CDC tienen un historial consolidado de uso de modelos para estimar los totales de muertes asociadas a la influenza. Si bien también es probable que se dé la infranotificación de muertes atribuidas al VRS y al COVID-19, actualmente no hay disponibles estimaciones de modelos actualizadas con regularidad. Las estimaciones modelizadas de la carga de la influenza no son directamente comparables con los recuentos derivados de los certificados de defunción para COVID-19​​​​​​​ y VRS.

Divergencia entre infección y enfermedad grave

Si bien las hospitalizaciones y muertes relacionadas con el COVID-19 han disminuido significativamente desde 2022, no ha ocurrido lo mismo con las tasas de infecciones por el virus. Por ejemplo, el porcentaje de pruebas del SARS-CoV-2 con resultado positivo, un indicador clave de propagación en la comunidad, alcanzó niveles máximos del 14,6 % en agosto de 2023 y del 12,9 % en enero de 2024, similares a los niveles máximos observados en años anteriores. Las diferencias en las prácticas de pruebas entre periodos podrían influir en estos datos, pero estos altos niveles de positividad en las pruebas concuerdan con los altos niveles observados también en aguas residuales.

La positividad en las pruebas de SARS-CoV-2 (línea naranja) se mantuvo elevada, un marcador de propagación del COVID-19 en curso, pero las muertes (barras azules) han descendido sustancialmente
La positividad en las pruebas de SARS-CoV-2 (línea naranja) se mantuvo elevada, un marcador de propagación del COVID-19 en curso, pero las muertes (barras azules) han descendido sustancialmente.
Los niveles de actividad viral en aguas residuales del SARS-CoV-2 demuestran la transmisión en la comunidad en curso
Los niveles de actividad viral en aguas residuales del SARS-CoV-2 demuestran la transmisión en la comunidad en curso.

MIS-C, por sus siglas en inglés

El MIS-C es una afección poco frecuente pero grave asociada al COVID-19, que provoca la inflamación de diferentes partes del cuerpo. Hasta enero de 2024, se habían notificado a los CDC más de 9 600 casos de MIS-C, incluidos 79 niños que murieron. Antes de marzo de 2022, el final de la ola inicial de ómicron, la mayoría de los totales semanales de casos de MIS-C superaban los 50, con algunas semanas de más de 150 casos. La cantidad de casos descendió sustancialmente después de ese momento, y ninguna semana superó los 25 casos. Es probable que la reducción en los casos de MIS-C se deba a múltiples factores, incluido un aumento en la inmunidad de la población tanto por la infección como por la vacunación, así como diferencias en el desarrollo de MIS-C asociado a variantes de SARS-CoV-2.

Los casos semanales de MIS-C en los EE. UU. (barras azules) han descendido marcadamente a pesar de los altos niveles en curso de positividad en las pruebas de COVID-19 (línea naranja)
Los casos semanales de MIS-C en los EE. UU. (barras azules) han descendido marcadamente a pesar de los altos niveles en curso de positividad en las pruebas de COVID-19 (línea naranja).

Afecciones persistentes al COVID-19 y afecciones posteriores al COVID-19

Los CDC definen en términos amplios las afecciones persistentes al COVID-19 como signos, síntomas y afecciones que continúan o se desarrollan a partir de las 4 semanas posteriores al COVID-19. Pueden incluir una amplia gama de afecciones de salud que pueden durar semanas, meses o años. Si bien el COVID-19, con el tiempo, se está asemejando más a la influenza y al VRS en términos de hospitalizaciones y muertes, continúa habiendo importantes diferencias, como el potencial de estas afecciones posteriores a la infección. Las afecciones persistentes al COVID-19 ocurren con más frecuencia en personas que se enfermaron gravemente a causa del COVID-19​​​​​​​, pero pueden ocurrir en cualquier persona que haya estado infectada por SARS-CoV-2, incluidos niños y personas que fueron asintomáticas. Las estimaciones de afecciones persistentes al COVID-19 varían ampliamente y pueden diferir según los métodos de estudio y el tiempo transcurrido desde la evaluación de los síntomas de infección. Según la Encuesta Nacional sobre Salud 2022, el 3,4 % de los adultos notificaron afecciones persistentes al COVID-19, al igual que el 0,5 % de los niños. En las encuestas Household Pulse de la Oficina del Censo, una cuarta parte de las personas que actualmente notifican afecciones persistentes al COVID-19 notificaron limitaciones significativas de la actividad.

Las pruebas acumuladas sugieren que la vacunación previa a la infección puede reducir el riesgo de afecciones persistentes al COVID-19. Existe evidencia mixta sobre si el uso de antivirales, incluido nirmatrelvir-ritonavir (Paxlovid), durante el tiempo de infección aguda puede reducir el riesgo de afecciones persistentes al COVID-19. Se han notificado reducciones en la prevalencia de afecciones persistentes al COVID-19 en varios países, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, probablemente debido a una enfermedad menos grave por COVID-19 en general, protección de las vacunas y posibles cambios en el riesgo con nuevas variantes.

Aumento en la inmunidad de la población contra el COVID-19

Ahora, más que nunca, la mayoría de las personas tienen cierto grado de protección gracias a la inmunidad subyacente. Los datos de una cohorte longitudinal nacional de donantes de sangre de a partir de los 16 años brindan información sobre la proporción de la población con anticuerpos contra el SARS-CoV-2 a partir de la infección, la vacunación, o ambas (lo que se denomina inmunidad híbrida). Se ha descrito que la inmunidad híbrida proporciona una mejor protección con una mayor durabilidad frente a enfermedades graves en comparación con la inmunidad derivada de la vacunación o la infección por sí solas.

En enero de 2021, se estima que solo el 22 % de las personas de 16 años en adelante tenían anticuerpos contra el COVID-19. Para el tercer trimestre de 2023 (julio-septiembre), el 98 % tenía anticuerpos contra el SARS-CoV-2, con el 14 % solo a causa de la vacunación, el 26 % solo a causa de la infección y el 58 % a causa de ambas. Se estima que el 96 % de los niños de 6 meses a 17 años tenía anticuerpos contra el SARS-CoV-2 en noviembre-diciembre de 2022, incluido el 92 % con anticuerpos a causa de una infección anterior, según muestras de sangre de laboratorios comerciales. Si bien la inmunidad contra el SARS-CoV-2 tiende a disminuir desde los altos niveles inicialmente generados por la vacunación y la infección, persiste una protección sustancial durante mucho más tiempo, especialmente contra los resultados más graves, como ante la necesidad de un respirador y la muerte. Nuevos datos demuestran que la vacuna actualizada 2023-2024 contra el COVID-19 puede proporcionar una capa adicional de protección contra la enfermedad grave.

Prevalencia de los anticuerpos inducidos por la vacuna e inducidos por la infección contra el SARS-CoV-2 entre una cohorte de donantes de sangre estadounidenses de a partir de 16 años
Desde enero de 2021, se ha observado una tendencia en aumento en la prevalencia de anticuerpos inducidos por la vacuna e inducidos por la infección contra el SARS-CoV-2 entre una cohorte de donantes de sangre estadounidenses de a partir de 16 años.

Inmunizaciones

Al 3 de febrero de 2024, el 22 % de los adultos notificaron que habían recibido una vacuna actualizada 2023-2024, incluido el 42 % de las personas de a partir de 65 años. La adopción de la vacuna varía geográficamente y por otros criterios demográficos. Al 11 de febrero de 2024, el 40 % de los residentes de hogares de ancianos estaban al día con una vacuna contra el COVID-19.

Las reducciones en las hospitalizaciones asociadas al COVID-19 con el tiempo podrían ser incluso mayores si más personas, especialmente las de mayor riesgo, recibieran vacunas actualizadas contra el COVID-19. Entre los adultos con hospitalizaciones asociadas al COVID-19 durante octubre-noviembre de 2023, más del 95 % no habían recibido una vacuna actualizada (2023-2024) contra el COVID-19, y la mayoría (70 %) tampoco había recibido una vacuna actualizada del año anterior (2022–2023).B

Más del 95 % de los adultos hospitalizados con COVID-19 durante octubre-noviembre de 2023 no habían recibido una vacuna actualizada (2023-2024) contra el COVID-19 (preliminar)
Más del 95 % de los adultos hospitalizados con COVID-19 durante octubre-noviembre de 2023 no habían recibido una vacuna actualizada (2023-2024) contra el COVID-19 (datos preliminares).

Los datos sobre la efectividad de la vacuna proporcionan la mejor información del mundo real sobre el impacto de las vacunas contra el COVID-19 en la hospitalización. Los datos que se muestran a continuación de dos estudios presentados en la reunión del Comité Asesor sobre Prácticas de Vacunación, realizada el 28 y 29 de febrero de 2024, demuestran que la vacuna 2023-2024 contra el COVID-19 está asociada con un aumento adicional del aproximadamente 50 % en la protección contra la hospitalización asociada al COVID-19.

Efectividad de la vacuna 2023-2024 contra la hospitalización entre adultos inmunocompetentes de a partir de 18 años
La efectividad de la vacuna 2023-2024 contra la hospitalización entre adultos inmunocompetentes de a partir de 18 años varió.

Datos de otro estudio sugieren que estas vacunas proporcionan una protección similar contra la enfermedad causada por diferentes variantes en circulación. Las vacunas continúan proporcionando protección tanto a las personas que han tenido una infección anterior como a quienes no la han tenido. Para conseguir una protección óptima contra el COVID-19, todos los bebés de más de 6 meses deberían recibir la última vacuna recomendada por los CDC.

Los bebés de menos de 6 meses no son elegibles para las vacunas contra el COVID-19, pero la vacunación durante el embarazo ayuda a proteger tanto a las personas embarazadas como a sus bebés pequeños de la hospitalización por COVID-19. Para las personas con afecciones que comprometen el sistema inmunitario, las respuestas a las vacunas pueden verse afectadas, pero las vacunas proporcionan protección contra la enfermedad grave en esta población. Se recomienda que las personas con inmunodepresión grave o moderada reciban al menos 1 dosis de la vacuna actualizada 2023-2024 contra el COVID-19.

Las inmunizaciones son los pilares de protección, no solo para el COVID-19, sino también para la influenza. Como novedad en la temporada 2023-2024, las inmunizaciones están disponibles para proteger a las personas con mayor riesgo de VRS, incluidos adultos mayores y bebés.

Las vacunas reducen sustancialmente el riesgo de hospitalización, y muchas personas en mayor riesgo de enfermarse gravemente carecen de esta capa de protección.

Vacunas Efectividad en el mundo real contra la hospitalización* % de adultos vacunados % de adultos mayores vacunados % de niños vacunados
COVID-19** Aproximadamente 50 % 22 % 42 % 12 %
Influenza** Aproximadamente 42 % 48 % 73 % 50 %
VRS*** No disponible aún No aprobada para todos los adultos 22 % No aprobada para todos los niños

*Datos sobre la efectividad de la vacuna contra el COVID-19 entre los adultos correspondientes a la vacuna actualizada (2023-2024) contra el COVID-19 y Vacuna contra la influenza estacional 2023-2024

**Datos sobre las vacunas actualizadas 2023-2024 contra el COVID-19 y vacuna contra la influenza estacional 2023-2024 de la Encuesta Nacional de Inmunización (NIS) de los CDC al 16 de febrero de 2024. Más información, incluidos los intervalos de confianza, disponible en el Canal de datos de virus respiratoriosde los CDC. Los datos sobre el porcentaje de adultos mayores vacunados contra el COVID-19 y la influenza corresponden a personas mayores de 65 años y a personas mayores de 60 años para el VRS.

***Se recomienda la vacunación contra el VRS para adultos mayores de 60 años según la toma de decisiones clínicas compartida con un proveedor de atención médica. La protección contra el VRS para niños pequeños está disponible a través de la vacunación de personas embarazadas o el uso de una inmunización denominada nirsevimab para niños pequeños. A enero de 2024, se estima que el 16 % de las personas embarazadas con más de 32 semanas de gestación notificaron recibir una vacuna contra el VRS, y entre las mujeres con un bebé de menos de 8 meses, el 41 % notificó  que su bebé recibió nirsevimab.

Evolución del SARS-CoV-2, variantes y vacunas

Los virus de ARN como la influenza y el SARS-CoV-2, que causa el COVID-19, acumulan mutaciones aleatorias con el tiempo a medida que se replican. De las muchas mutaciones que se producen, un pequeño número puede proporcionar ventajas que den lugar a nuevos linajes de variantes con una mayor aptitud (por ejemplo, infectar más fácilmente a las personas o ser más transmisibles). A principios de la pandemia, los genomas de SARS-CoV-2 que circulaban eran relativamente estables. Debido a que el virus era tan nuevo, nuestros sistemas inmunitarios no lo reconocían, y el virus no tuvo necesidad de nuevas mutaciones para escapar de la inmunidad existente y continuar propagándose. A medida que aumentaba la inmunidad de la población y más personas desarrollaban anticuerpos contra el SARS-CoV-2, esta presión inmunitaria seleccionaba mutaciones que ayudaban al virus a escapar de los anticuerpos neutralizantes, y generaba nuevas variantes. Esta situación de evolución dio lugar a virus que tenían muchos cambios en la proteína S del virus, como las primeras variantes de ómicron (p. ej., BA.1, BA.2). Estos cambios continuos en la proteína S, denominados variación antigénica del virus, desde los primeros linajes del virus, como la variante alfa, hasta las primeras variantes ómicron, dieron lugar a un escape significativo de los anticuerpos neutralizantes, lo que permitió las reinfecciones de personas que se habían infectado con las primeras variantes y condujo a la reducción de la efectividad de la vacuna. En la actualidad, todos los virus del SARS-CoV-2 que circulan son descendientes de las primeras variantes ómicron.

Los cambios en la proteína S que permiten el escape de los anticuerpos neutralizantes son el mayor impulsor de la evolución del SARS-CoV-2, dado que permiten que el virus escape mejor de la inmunidad existente de las personas. La vacuna contra el COVID-19 se actualiza periódicamente para adaptarse mejor a los cambios del virus y aumentar la protección frente a nuevas variantes. Por ejemplo, la vacuna actualizada contra el COVID-19 para 2023-2024 incluye el antígeno XBB.1.5, una variante que fue dominante durante gran parte de 2023.

Una amplia gama de variantes del SARS-CoV-2 han causado infecciones con el tiempo, más recientemente dominadas por JN.1, lo que representa un aumento en la transmisión o el escape inmunitario por parte de variantes sucesivas
Una amplia gama de variantes del SARS-CoV-2 han causado infecciones con el tiempo, más recientemente dominadas por JN.1, lo que representa un aumento en la transmisión o el escape inmunitario por parte de variantes sucesivas.

En 2023, una variante denominada BA.2.86 emergió con muchos cambios en la proteína S en comparación con otras variantes en circulación, lo que generó la preocupación de que pudiera conducir a un grado similar de escape inmunitario como la variante ómicron inicial. Esta variante, en la forma de su descendiente JN.1, solo una mutación diferente de BA.2.86, desplazó a las otras variantes del SARS-CoV-2 que circulaban simultáneamente, lo que demuestra que tenía una mayor aptitud que otras variantes. Sin embargo, las vacunas continuaron funcionando bien contra JN.1, y la cantidad de hospitalizaciones asociadas al COVID-19 en los EE. UU. que tenían lugar en este momento no superaban las del año anterior. Estos hallazgos sugieren que la inmunidad híbrida inducida por las vacunas actualizadas proporcionaba una fuerte protección cruzada contra esta variante y posiblemente una amplia gama de variantes, aunque la vigilancia continua es fundamental.

El SARS-CoV-2 continuará evolucionando y las nuevas variantes continuarán reemplazando los virus anteriores. Por lo tanto, se utiliza la vigilancia genómica para identificar y realizar el seguimiento de las variantes, y se hace la caracterización fenotípica de los virus representativos como parte de los esfuerzos globales coordinados para desarrollar vacunas actualizadas según sea necesario. Los CDC junto con socios (p. ej., los Institutos Nacionales de la Salud, la Administración de Alimentos y Medicamentos, la Autoridad de Investigación Biomédica Avanzada y Desarrollo y la Organización Mundial de la Salud) siguen llevando a cabo la vigilancia genética para monitorear nuevas variantes, realizan estudios epidemiológicos y de laboratorio para comprender el escape inmunitario y monitorean indicadores clave como las hospitalizaciones y las visitas a los departamentos de emergencias para contribuir a informar las estrategias de prevención. Se trata de un proceso continuo e iterativo que ayudará a prepararnos para la próxima temporada de otoño e invierno 2024-2025.

Liberación y dinámica de transmisión del SARS-CoV-2

Aunque el virus del SARS-CoV-2 ha seguido evolucionando, la duración de la liberación del virus infeccioso se ha mantenido relativamente constante, y la mayoría de las personas dejan de ser infecciosas al cabo de 8-10 días. La presencia de ciertos síntomas de COVID-19, principalmente la fiebre, se asocia a un virus más infeccioso el día del síntoma. Los niveles más altos de virus cultivables suelen ocurrir unos días antes y después de la aparición de los síntomas. Desde la variante ómicron BA.1, hay un tiempo ligeramente más corto entre la infección y la aparición de síntomas que con variantes anteriores. En general, estos datos sugieren que la mayor parte de la transmisión del SARS-CoV-2, independientemente de la variante, ocurre principalmente al principio del curso de la enfermedad.

Cabe destacar que se estima que más de la mitad de la transmisión en la comunidad del SARS-CoV-2 proviene de personas que son asintomáticas en el momento, incluidas personas presintomáticas y asintomáticas, lo que significa que la exposición al virus en la comunidad a causa de personas que no saben que están infectadas es probablemente común.

Datos no publicados de la Red de Transmisión de Virus Respiratorios, con participación de cinco centros estadounidenses que inscribieron a personas con resultados positivos en pruebas de SARS-CoV-2 y sus contactos cercanos durante noviembre de 2022-mayo de 2023. La aparición se definió como el primer día de síntomas o, si se tratara de una persona asintomática, la primera prueba con resultado positivo. Hay que tener en cuenta que las personas pueden tener resultados positivos en las pruebas PCR, que detectan material genético viral, después de que ya no estén liberando virus infeccioso, y el cultivo es el mejor indicador de virus infeccioso. Esta cifra es similar a una publicada anteriormente según datos de principios de 2021, lo que subraya la estabilidad general de la liberación viral entre variantes.
Los niveles más altos de cultivos positivos para el SARS-CoV-2, un indicador de nivel de contagio, se dan en los días próximos y posteriores a la aparición de los síntomas, y una pequeña proporción de personas siguen teniendo virus cultivables más allá de una semana.

En la era de la variante delta, la vacunación se asoció a una reducción del virus infeccioso, lo que demuestra el potencial impacto de la inmunidad en la liberación y la transmisión del virus. La inmunidad por la vacunación, así como las infecciones anteriores, disminuye con el tiempo, lo que probablemente atenúa su impacto. Asimismo, la evolución continua de variantes más aptas para escapar de la inmunidad existente también puede afectar el impacto de la vacunación y la infección anterior en la liberación del virus infeccioso.

Mejoras de otras estrategias de prevención y control

Además de una mayor comprensión por parte de la población de las estrategias de prevención eficaces, como la higiene de manos, el protocolo para la higiene respiratoria, la limpieza, las mascarillas y el distanciamiento físico, los avances en la concientización, la accesibilidad y la base científica relacionada con el tratamiento, la calidad del aire, las pruebas y las medidas para evitar la propagación cuando se está enfermo también han permitido a las personas actuar para reducir el riesgo de los virus respiratorios.

Tratamiento

Hay varios medicamentos disponibles para el tratamiento ambulatorio del COVID-19 leve a moderado para personas con mayor riesgo de enfermarse gravemente. Los datos correspondientes a nirmatrelvir-ritonavir (Paxlovid), el primer medicamento disponible para usar por vía oral, sugieren que reduce el riesgo de hospitalización y muerte a la mitad o más. Por ejemplo, una revisión sistemática y metaanálisis de estudios que examinaban la efectividad y la eficacia del nirmatrelvir-ritonavir determinaron que las personas que recibieron nirmatrelvir-ritonavir tuvieron un 75 % menos de probabilidades de muerte y un 60 % menos de probabilidades de hospitalización. Las personas que recibieron nirmatrelvir-ritonavir tuvieron un 83 % menos de probabilidades de hospitalización y muerte como resultado compuesto, en comparación con las personas que no usaron nirmatrelvir-ritonavir.

Sin embargo, la adopción de estos tratamientos no es del todo óptima, lo que implica que muchas personas carecen de esta capa de protección contra la hospitalización y la muerte. Un estudio de pacientes en la Administración de Salud de los Veteranos notificó que entre todas las personas con infección por SARS CoV-2, el 24 % utilizó medicamentos antivirales de forma ambulatoria en 2022, y se mantuvo en ese nivel hasta principios de 2023. Se encontraron tasas de uso generales similares, con un máximo del 34 %, usando datos observacionales de una cohorte grande de sistemas de atención médica participantes en la Red Nacional de Investigación Clínica Centrada en el Paciente (PCORnet). Este estudio también destacó diferencias raciales y étnicas en la adopción del tratamiento. Durante el período entre abril y julio de 2022, el tratamiento con nirmatrelvir-ritonavir entre adultos de a partir de 20 años fue un 35,8 %, 24,9 %, 23,1 % y 19,4 % más bajo entre pacientes negros, multirraciales o de otras razas, indígenas estadounidenses o nativos de Alaska u otra Isla del Pacífico y asiáticos, respectivamente, que entre pacientes blancos (31,9 % tratados). Según un estudio de los CDC entre 699 848 adultos estadounidenses de a partir de 18 años elegibles para nirmatrelvir-ritonavir durante abril-agosto de 2022, el 28,4 % recibió una receta a los 5 días de haber sido diagnosticado con COVID-19.

Los CDS y los NIH continúan monitoreando los datos de efectividad del mundo real para el tratamiento del COVID-19. La evidencia actual sugiere que la efectividad del nirmatrelvir-ritonavir se mantiene entre personas que han sido vacunadas y confiere un beneficio incremental entre personas con alto riesgo de enfermarse gravemente, aunque es un tratamiento poco utilizado.

Calidad del aire

La ventilación y las estrategias relacionadas para mejorar la calidad del aire en interiores pueden reducir las concentraciones de partículas virales infecciosas en el aire en interiores. En 2023, según la información de pruebas acumuladas, los CDC emitieron recomendaciones para usar el valor de informe de eficiencia mínima (MERV) 13 o superior y conseguir al menos 5 cambios de aire por hora de aire limpio en espacios ocupados a través del flujo de aire, filtración o tratamiento del aire. Los CDC ahora también proporcionan una herramienta similar para propietarios y operadores de edificios. Además, el gobierno de los EE. UU. emitió una Competencia sobre aire limpio en los edificios para ayudar a los propietarios y operadores de edificios a mejorar la calidad del aire en interiores y proteger la salud pública.

Pruebas

En la actualidad, las pruebas de laboratorio están ampliamente disponibles y son de fácil acceso para el diagnóstico del COVID-19, la influenza y el VRS. Las pruebas de antígenos para hacerse en casa para detectar el SARS-CoV-2 también están ampliamente disponibles y cada vez son más conocidas por el público. Las pruebas rápidas para hacerse en casa para detectar la influenza han sido aprobadas recientemente por la FDA y es posible que con el tiempo sean más accesibles.

Quedarse en casa cuando se está enfermo y otras medidas para prevenir la propagación

La importancia de quedarse en casa y alejado de otras personas cuando uno está enfermo se comprendió mejor durante la pandemia de COVID-19. Cuando las personas tienen la opción de quedarse en casa y ser compensadas mientras están enfermas, es mucho más probable que lo hagan. De manera similar, las personas con experiencia previa en teletrabajo son más propensas a trabajar desde casa cuando tienen síntomas respiratorios, en lugar de hacerlo en forma presencial en una oficina.

Guía práctica unificada

A diferencia de lo que sucedía a principios de la pandemia cuando el COVID-19 era prácticamente el único virus respiratorio causante de enfermedades, ahora es uno de muchos, entre ellos la influenza,, el VRS,, los adenovirus,, los rinovirus,, los enterovirus,, el metapneumovirus humano,, el virus respiratorio parainfluenza y otros coronavirus humanos comunes. Los CDC se concentran en una guía sobre las medidas básicas que ofrecen la mayor protección frente a los virus respiratorios. La guía actualizada hace hincapié en la importancia de quedarse en casa y alejado de otras personas cuando se está enfermo a causa de virus respiratorios, independientemente del virus, así como medidas preventivas adicionales.

Virus no conocido en la mayoría de las infecciones respiratorias

Los virus causan la mayoría de las enfermedades respiratorias agudas, pero rara vez es posible determinar el tipo de virus sin realizar pruebas, y a menudo estas no cambian el manejo clínico. Las pruebas para detectar la mayoría de los patógenos respiratorios rara vez están disponibles fuera de los ámbitos de servicios de salud. Aunque las pruebas de antígenos para hacerse en casa están ampliamente disponibles para el COVID-19, es probable que la mayoría de las infecciones no se diagnostiquen. En una encuesta reciente de los CDC, menos de la mitad de las personas dijeron que se harían una prueba detección de COVID-19 en casa si tuvieran síntomas de resfriado o tos, y menos del 10 % dijeron que se harían una prueba en una farmacia o con un proveedor de atención médica.

Aun cuando se realizan pruebas, el COVID-19 no suele identificarse en la etapa temprana de la enfermedad. La sensibilidad general de las pruebas de antígenos para la detección del COVID-19 es relativamente baja e incluso más baja en personas que solo tienen síntomas leves. Un número significativo de resultados falsos negativos en las pruebas se produce al principio de la infección. Esto significa que los casos con síntomas leves no siempre se detectan y, cuando se detectan, esto suele ocurrir varios días después del comienzo de la enfermedad, que es cuando normalmente se produce el nivel máximo de contagio.

El interés público en la prevención no se limita al COVID-19

Una encuesta de noviembre de 2023 del Programa de Investigación de Opiniones de Harvard determinó que las personas no estaban significativamente más preocupadas por un virus respiratorio, con proporciones aproximadamente similares que notificaron estar preocupadas por contagiarse de COVID-19, influenza estacional, VRS o un resfriado. En este sentido, una encuesta de los CDC reveló que la mayoría de los estadounidenses toman precauciones cuando presentan síntomas de resfriado o tos (es decir, evitar el contacto con personas con mayor riesgo, evitar grandes reuniones en lugares cerrados) aunque no sepan qué virus está causando la enfermedad.

La guía sobre virus respiratorios no implica que todos los virus sean iguales

Los virus respiratorios no son todos iguales. Algunos, como el SARS-CoV-2, se propagan más a través de las partículas respiratorias en el aire, mientras que otros, como el VRS y el adenovirus, también se piensa que se propagan por transmisión a través del contacto con superficies.

Por lo tanto, esta guía no tiene por objeto aplicarse a situaciones especializadas, como los servicios de salud o ciertos brotes de enfermedades, en las que puede estar justificada una guía más detallada específica para el microbio patógeno. Por ejemplo, los adenovirus son resistentes a muchos desinfectantes comunes y pueden mantenerse infecciosos durante horas en superficies ambientales.

Para el público general, no obstante, la atención general sobre la higiene, las mejoras del aire en interiores y el uso de mascarilla, sumada a las recomendaciones necesariamente específicas sobre vacunas y tratamiento, proporciona un enfoque práctico que aborda las medidas preventivas clave.

Numerosos factores tienen impacto en la guía actualizada sobre qué hacer cuando se está enfermo

La guía actualizada sobre virus respiratorios recomienda que las personas con síntomas de virus respiratorios que no se explican mejor por otra causa se queden en casa y alejadas de otras personas hasta que hayan pasado al menos 24 horas de la resolución de la fiebre Y de la mejora general de los síntomas. Esta recomendación aborda el período de mayor nivel de contagio y de la carga viral más alta para la mayoría de las personas, que suele ser en los primeros días de la enfermedad y cuando los síntomas, incluida la fiebre, son peores. Esto es similar a las recomendaciones que se vienen haciendo desde hace tiempo para otras enfermedades respiratorias, incluida la influenza.

Queda un riesgo residual de transmisión de SARS-CoV-2, dependiendo de la persona y de las circunstancias, después del período en que se recomienda que las personas se queden en casa y alejadas de otros. Cinco días más de cuidados (es decir, uso de mascarilla, pruebas, distanciamiento, mejora de la calidad del aire, higiene y/o pruebas) reducen el daño durante las últimas etapas de la enfermedad, especialmente para proteger a las personas con mayor riesgo de enfermarse gravemente. Algunas personas, especialmente aquellas con sistemas inmunitarios debilitados, podrían infectar a otras durante un período incluso más prolongado. Es importante destacar que un riesgo residual de transmisión similar también se presenta en la influenza y otros virus.

Además de la reducción general en el riesgo de COVID-19, otros factores considerados en la elaboración de este componente de la guía fueron la determinación de los costos personales y sociales del aislamiento extendido (p. ej., licencia remunerada por enfermedad limitada), el análisis del período de nivel máximo de contagio (ver la sección 4), y el reconocimiento de que muchas personas con síntomas de virus respiratorios no suelen saber qué microbio patógeno causa su enfermedad.

Ejemplos de casos de estados y países que cambiaron sus guías de aislamiento por COVID-19 por recomendaciones similares a las de la guía actualizada de los CDC no experimentaron más casos de transmisión en la comunidad ni aumentos en las tasas de hospitalización. Entre los ejemplos se encuentras las provincias canadienses más pobladas como (Ontario, Quebec y Columbia Británica), Australia, Dinamarca, Francia y Noruega, además de California (el 9 de enero del 2024) y Oregón (mayo del 2023). En California y Oregón, durante la semana que finalizó el 10 de febrero, la positividad de las pruebas de detección del COVID-19, las consultas a departamentos de emergencia y las hospitalizaciones fueron inferiores al promedio nacional.

Gráfico de barras en azul con una línea de tendencia en naranja que muestra las visitas a departamentos de emergencias por COVID-19 a nivel nacional desde noviembre de 2022 hasta febrero de 2024
Las tendencias nacionales en las tasas de visitas a departamentos de emergencias y de hospitalización por COVID-19 variaron con el tiempo.
Gráfico de barras en azul con una línea de tendencia en naranja que muestra las visitas a departamentos de emergencias por COVID-19 en Oregón desde noviembre de 2022 hasta febrero de 2024
No hubo una diferencia apreciable en las tendencias de visitas a departamentos de emergencias y hospitalización por COVID-19 en Oregón en comparación con los datos nacionales después de los cambios en la guía.
Gráfico de barras en azul con una línea de tendencia en naranja que muestra las visitas a departamentos de emergencias por COVID-19 en el estado de Washington desde noviembre de 2022 hasta febrero de 2024
En el estado de Washington tampoco se observó una diferencia apreciable en las tendencias de visitas a departamentos de emergencias y hospitalización por COVID-19 en comparación con los datos nacionales después de los cambios en la guía.

Vigilancia y acción continuas

Necesidad de la implementación continua de las recomendaciones

Las vacunas siguen siendo una capa de protección infrautilizada, incluso para los grupos de mayor riesgo. Por ejemplo, solo el 42 % de los adultos de 65 años o más habían recibido una vacuna actualizada contra el COVID-19 al 16 de febrero de 2024, en comparación con el 73 % para la influenza. Los tratamientos antivirales para el COVID-19 también se usan muy poco para prevenir el COVID-19 grave, lo que implica que muchas personas carecen de esta protección importante. El tratamiento de la influenza también se usa muy poco.

Monitoreo continuo de datos

El virus del SARS-CoV-2 continúa evolucionando, y nuevas variantes seguirán reemplazando los virus anteriores. La vigilancia genómica para monitorear las nuevas variantes, los estudios epidemiológicos para entender el escape inmunitario, el nivel de contagio, la gravedad y el monitoreo de indicadores clave como las hospitalizaciones y las visitas a departamentos de emergencias, ayudan a informar las estrategias de prevención.

Se implementan varios sistemas de datos para continuar monitoreando los cambios en cómo nos afecta el COVID-19. Entre ellos se incluye el monitoreo del porcentaje de positividad en laboratorio y de las aguas residuales como indicadores de cambios en las infecciones. Los datos sobre hospitalizaciones y muertes son indicadores de enfermedad grave, mientras que los datos sobre ocupación y capacidad hospitalaria proporcionan información sobre la sobrecarga del sistema de atención médica. Estudios epidemiológicos continúan evaluando cuán infeccioso es el virus y con qué efectividad se transmite entre personas, así como la gravedad de la enfermedad que causa. El monitoreo continuo a través de la vigilancia genómica y la caracterización del virus continuarán siendo importantes para identificar y describir las nuevas variantes de SARS-CoV-2 que puedan surgir. Las vacunas continuarán actualizándose de acuerdo con las variantes en circulación, y se pueden aumentar otras medidas de protección según sea necesario. Si surgen variantes con un escape inmunitario significativo de las vacunas y los tratamientos existentes, las intervenciones no farmacéuticas, como el uso de mascarillas, el distanciamiento y la ventilación, serán especialmente importantes.

Conclusión

El COVID-19 continúa siendo una importante amenaza a la salud pública, pero ya no es la emergencia que era antes, y sus efectos sobre la salud se asemejan cada vez más a los de otras enfermedades virales respiratorias, incluidos la influenza y el VRS.

Las herramientas de protección, como la vacunación y el tratamiento, que disminuyen los riesgos de contraer COVID-19, están ahora ampliamente disponibles y, en consecuencia, muchas menos personas se enferman gravemente por COVID-19. Complicaciones como el síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C) y las afecciones persistentes al COVID-19 ahora son menos frecuentes también. Los datos indican que las tasas de hospitalizaciones y casos de muerte han descendido sustancialmente y que, desde el punto de vista clínico, el COVID-19 ha pasado a ser similar, o incluso menos grave en las personas hospitalizadas, que la influenza y el VRS.

Estos factores han permitido que los CDC publiquen la guía actualizada sobre virus respiratorios que proporciona al público recomendaciones e información acerca de las medidas y estrategias efectivas adaptadas al nivel actual de riesgo que presentan el COVID-19 y otras enfermedades virales respiratorias comunes.

  1. Tasas de hospitalización por cada 100 000 habitantes. Los datos de la Red de Vigilancia de Hospitalizaciones por Virus Respiratorios (RESP-NET) son preliminares y están sujetos a cambio a medida que hay más datos disponibles. A medida que se reciben datos todas las semanas, se actualizan las cantidades y tasas de casos anteriores. Es probable que las tasas de hospitalizaciones estén subestimadas, ya que algunas hospitalizaciones podrían pasarse por alto debido a la insuficiencia de pruebas, a las diferentes prácticas de pruebas de los proveedores o centros y a la sensibilidad de las pruebas de diagnóstico. Las tasas presentadas no se ajustan en función de las prácticas de pruebas, que pueden diferir por microbio patógeno, edad, raza y origen étnico, y otros criterios demográficos. No se realizó la vigilancia para cada microbio patógeno durante los mismos períodos de cada estación. Para todas las estaciones mostradas, las tres plataformas realizan vigilancia entre el 1 de octubre y el 30 de abril de cada año. La vigilancia de las hospitalizaciones por influenza se extendió hasta el 11 de junio de 2022, para la temporada 2021-2022; pero por lo demás tuvo lugar de octubre a abril de cada temporada. La vigilancia de hospitalizaciones por VRS tuvo lugar de octubre de 2019 a abril de 2020. Desde octubre de 2020, la vigilancia de las hospitalizaciones por VRS tuvieron lugar todo el año, excepto en mayo-junio de 2022. La vigilancia de las hospitalizaciones por COVID-19 tuvo lugar durante todo el año desde marzo de 2020. No se presentan las tasas acumuladas de la temporada 2023-2024, ya que la vigilancia está en curso.
  2. Datos de COVID-NET. Los datos son preliminares, ya que solo incluyen dos meses de datos de hospitalización durante los cuales se recomendó la dosis de vacunas monovalentes actualizadas. Se siguen examinando los datos de los registros de vacunas. No hay registro de dosis bivalente o monovalente actualizada: no hay registro de dosis bivalente o dosis monovalente actualizada 2023-2024 para el COVID-19. Refuerzo bivalente, pero sin dosis monovalente actualizada: se recibió la vacuna de refuerzo bivalente para el COVID-19, pero no hay registro de que se haya recibido la dosis de refuerzo monovalente actualizada 2023-2024. Dosis monovalente actualizada: se recibió la dosis monovalente actualizada 2023-2024. Se excluyen las personas con estado de vacunación desconocido.